Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Área de Liturgia: Oraciones 2003-04: III Domingo de Cuaresma

 

Oración de Juveniles

III Domingo de Cuaresma.

“Convertíos” es el imperativo que preside la Cuaresma; ahí está desde el Miércoles de Ceniza. Hoy,  en el evangelio, se nos dice personalmente: “Si no os convertís, acabaréis en la destrucción”. Acaban de darle, las noticias del día: una explosión de violencia en el Templo de Jerusalén y un edificio se ha derrumbado. En ambos casos se hace presente la muerte. Son noticias que nosotros recibimos a diario. Estas desgracias no son castigos de Dios –dice- La injusticia de la sociedad es obra de todos. La sociedad camina a la ruina –termina diciendo- si cada uno no corrige la injusticia personalmente.

Lucas 13, 1-9.

En aquel momento llegaron algunos anunciándole que Pilato había matado a unos Galileos, mezclando su sangre con la de las víctimas que ofrecían en sacrificio. Jesús les dijo: “¿Pensáis que esos galileos eran los más pecadores de todos los galileos porque sufrieron eso? Os digo que no; y, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. ¿Creéis que aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató eran los únicos culpables entre todos los vecinos de Jerusalén? Os digo que no. Todos pereceréis igualmente si no os arrepentís”. Les contó esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo al viñador: Hace ya tres años que vengo a buscar higos en ella y no los encuentro. Córtala ¿Por qué va a ocupar un terreno inútilmente? El viñador dijo: Señor, déjala también este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da higos; si no los da, la cortas”.

Señor, inspírame la conversión que tu quieres:

¿Qué aspectos de mi vida necesitan girar hacia Ti?

¿Será mi relación con el Padre que se va haciendo rutinaria, de cumplimiento?

¿Será  mi carácter, que se va agriando, endureciendo, quedándose sin ternura, sin gestos gratuitos?

¿Será mi comodidad, que me va encerrando, haciéndome vivir solo para mí?

¿Será, Señor, mi colaboración en la parroquia, en la sociedad?

¿Será mi vida familiar, donde no pongo alegría, ni paz, ni esfuerzo?

 

Háblame, Señor, mueve mi corazón a la conversión sincera.

¿Qué quieres que haga?

“Danos otra oportunidad”

¡Danos, Señor, otra oportunidad! Otra posibilidad de convertirnos, otra ocasión de empezar de nuevo. Ya sé que hay días en que tienes motivos para desesperar de nuestra tierra. Hace ya veinte siglos que tu palabra se hizo carne, veinte siglos en los que no has parado de gritarnos: “Convertíos y creed en la Buena Noticia”.

Y nosotros seguimos agrediéndonos y haciéndonos sufrir mutuamente, inventando armas cada vez más perfectas para matarnos unos a otros, explotando las riquezas de la tierra sin ser capaces de compartirlas, dejando que millones de seres humanos mueran de hambre, ignorando la soledad de nuestro vecino...

Más de veinte siglos llevas tú enviando a cada generación profetas que gritan en nuestro desierto: ¡Dad frutos que den fe de vuestra conversión! Y nada parece cambiar bajo el sol...Sé muy bien, Señor, que tendrás razones de sobra para impacientarte y montar en cólera, en tu terrible y divina cólera...

Pero escucha el clamos de tu Hijo Jesús, la oración de todos los santos, los de ayer y los de hoy, que te piden una nueva oportunidad para salvar nuestra pobre tierra: ¡Padre, tú que eres lento a la cólera y rico en amor, ten piedad de tu pueblo; sé paciente un año más!

Padrenuestro

 

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