Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Área de Liturgia: Oraciones 2003-04: Ciclo B - Fiesta de todos los santos

 

Fiesta de todos los santos

 

Monitor

Una noche más Jesús nos convoca. No importa si durante la semana nos hemos acordado de él o no, si hemos estado pendientes de descubrir lo que él quiere y nos pide. Él es fiel y por eso nos da una nueva oportunidad de ponernos a tiro, de poder escuchar su voz en medio del ruido. Pidámosle un corazón limpio que nos permita abrir nuestros ojos a la mirada de Dios y descubrirle como Padre, y descubrirnos como hijos.

Celebramos este sábado la fiesta de todos los santos. Dispongámonos para poder vivir la comunión real de todos los santos y para redescubrir nuestra vocación, por el bautismo, a la santidad, a vivir no como huérfanos sino como HIJOS.

 

Canto

 

Lectura  del santo Evangelio según San Mateo 5, 1-12a

 

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándolos:

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán  Hijos de Dios».

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

                                                                                              Palabra del Señor.

 

¿Qué dice la Palabra de Dios?

Con el mensaje de las bienaventuranzas abre Mateo el primer gran discurso de Jesús. Se trata de un fragmento hermoso pero difícil de entender y de vivir. Es difícil de vivir porque rompe nuestros esquemas de funcionar por la vida y nos presenta como felices a las categorías débiles en la historia, para anunciar que esta debilidad está puesta en las manos de Dios.

Las bienaventuranzas no son unas simples palmaditas en la espalda que da Jesús a los que sufren para que aguanten como puedan un poco más hasta que Dios les premie por su esfuerzo. Las bienaventuranzas son una llamada muy seria a participar de la felicidad que Dios nos regala ya, no desde nuestros parámetros ridículos sino desde una perspectiva mucho más amplia, la de Dios, nuestro Padre.

 

 MEDITATIO

Vamos a meditar unas palabras de S. Francisco de Asís que nos pueden ayudar a descubrir que la santidad es cosa de todos y para todos:

“No te preocupes tanto de la pureza de tu alma. Vuelve tu mirada hacia Dios. Admírale. Alégrate de lo que Él es, Él, todo santidad. Dale gracias por Él mismo. Es eso mismo, hermano, tener puro el corazón. Y cuando te hayas vuelto así hacia Dios, no vuelvas más sobre ti mismo. No te preguntes en dónde estás con respecto a Dios. La tristeza de no ser perfecto y de encontrarse pecador es un sentimiento todavía humano, demasiado humano. Es preciso elevar tu mirada más alto, mucho más alto. El corazón puro es el que no cesa de adorar al Señor vivo y verdadero. Toma un interés profundo en la vida de misma Dios y es capaz, en medio de todas sus miserias, de vibrar con la eterna inocencia y la eterna alegría de Dios. Un corazón así está a la vez despojado y colmado. Le basta que Dios sea Dios. En eso mismo encuentra toda su paz, toda su alegría y Dios mismo es entonces su santidad.

La santidad no es un cumplimiento de sí mismo, ni una plenitud que se da. Es, en primer lugar, un vacío que se descubre, y que se acepta, y que Dios viene a llenar en la medida en que uno se abre a su plenitud”.

 

¿qué le digo?

Repite en voz alta la bienaventuranza que más te ha llegado y deja que vaya calando en ti.

Padre Nuestro

 

Actio

            Hacer de toda la reunión momento de oración, y acabarla dando TODOS gracias.

 

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