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¡ TE HE COGIDO,
CAPERUCITA!
ESCENA 1
(El escenario está oscuro, se escucha una máquina
de limar en funcionamiento, vemos como la luna va apareciendo y al mismo tiempo
la escena se ilumina. En medio del bosque el lobo se lima las uñas
terribles,... Se las mira y remira y después se las repasa con una lima. A lo
lejos comienza a escucharse una canción que poco a poco se va acercando)
OFF – Tú lo que quieres es que me coma el tigre, que me
coma el tigre, mi
carne es
morenaaaaaa..... Tú lo que quieres es que
me coma el tigre, que me coma el tigre, mi carne está buenaaaaaaaa......
LOBO – (Prepara la oreja, mira el reloj nervioso)
Ya está aquí... ¡qué puntual!
(entonces se esconde entre
los árboles y cuando llega Caperucita aparece y se hace el encontradizo)
LOBO - ¡Ah, hola, Caperucita! ¿tú por aquí?
CAPERUCITA – ¡Yo por aquí, tu por allá y en la mar
brava el calamar!
(continua caminando
alrededor del lobo)
LOBO - ¡Qué poética vienes hoy!.... Y... ¿se puede saber
a donde vas?
CAPERUCITA – (Para y asqueada :) ¡Y qué pesado!
¡A ver si te lo aprendes
de una vez! ¡ Todos los
días la misma pregunta! ¡Dónde voy a ir! A casa de la abuela a llevarle unas
cositas
LOBO – Ah.... sí, sí...., he, he. Es que soy un poco
despistado, ¿sabes? Y...
¿qué llevas en la cestita?
CAPERUCITA - ¡Otra vez! Llevo lo mismo que todos los
días: unas
longanizas, unos
choricitos, unas morcillitas y esto.
LOBO – (Intrigado) - ¿Esto? ¿Qué es eso?
CAPERUCITA – (Pícara) Arrímate y lo verás (El
lobo se acerca agachando la
cabeza y Caperucita
aprovecha para sacar un martillo de esos de fiera y le asesta tres o cuatro
golpes en la cabeza. El lobo cae espectacularmente a tierra) ¡TOING! ¡TOING! ¡TOING! Esto es una cosita de defensa personal, que
no está la vida como para ir sola e indefensa por el bosque. ¿No creéis? (al
público)
(En eso que, detrás de un árbol, aparece de un
salto un guardia con una libreta y un bolígrafo)
GUARDIA - ¡Ahá! ¡Por fin te he cogido Caperucita! ¡Y con
las manos en la
masa!
CAPERUCITA – Es un martillo
GUARDIA – Me es igual, son de la misma familia de objetos
contundentes y
utilizándolo con
nocturnidad, traición y repetición (apuntando en la libreta rápidamente) contra
una especie protegida, un auténtico Canis lupus.
CAPERUCITA - ¿Especie protegida esto? ¿Este trasto?
Pero, pero, ¡si es
más malo que un chiste de
Lepe!
GUARDIA – (Apuntando) Ah, y además con el agravante
de sarcasmo, burla
e insulto.
LOBO – (Incorporándose, medio aturdido) Eso,
señor guardia, póngale todos
los agravantes que pueda a
esta salvaje.
GUARDIA – Usted calle, que yo me apaño. Pero ¡qué veo! (Le
coge el romero
que lleva en la boca) ¡Hombre, mira que bien,
arrancando el romero del bosque, que tiene luna superprotección superespecial!
Le va a caer el rabo, señor lobo. Mira por donde mato dos pájaros de un tiro.(Tira
el martillo al suelo) ¡A ver, las
manos! (Los dos ponen las manos y el guardia se las ata con el rastro de
morcillas que lleva Caperucita) ¡Vamos, adelante!
ESCENA 2
(Continúan al bosque. Caperucita y el lobo con el
guardia detrás, entran en escena por la parte contraria por la que habían
salido antes. Caminan cansados)
GUARDIA – Venga, que ya debe quedar poco para que salgamos
de aquí
¡PLOM! (Tropieza con el
martillo que había tirado antes) Pero,... pero ¿qué es esto?
CAPERUCITA Y EL LOBO – (Haciendo burla)
El martillo
GUARDIA
– (Mosca) ¡He, he, he! Ya sé que es el martillo
pero, ¿por qué está
aquí?
CAPERUCITA – Está aquí porque usted lo ha tirado.
GUARDIA - ¿Queréis decir que hemos estado dando vueltas por
el bosque
como unos imbeciles para
acabar volviendo al mismo lugar?
CAPERUCITA Y EL LOBO - ¡Sí señor!
GUARDIA - ¿Y por qué no me habéis dicho nada?
LOBO – Somos personajes de cuento, no idiotas, señor guardia.
Si le
hubiésemos enseñado el
camino, la psicópata esta y yo, a estas horas estaríamos compartiendo un
calabozo y de seguro que ya habría encontrado alguna manera de maltratarme.
CAPERUCITA – (Haciéndose la extrañada) ¿Yo?
GUARDIA – No discutáis, necesito pensar (Se coge la
cabeza con las manos
y se concentra)
CAPERUCITA – Y yo necesito quitarme las botas
GUARDIA - ¿Qué?
CAPERUCITA – Es que tengo piedras.
GUARDIA - ¿Tienes piedras? ¿Dónde? ¿En el riñón?
CAPERUCITA – No, ¡en las botas! ¿Me las puedo quitar?
(En eso que con gran rapidez aparece el gato con
botas que se planta delante de ellos)
GATO CON BOTAS – Eso, bonita, quítatelas y me adelantas la
faena
GUARDIA – Pero...
GATO- ¡Ni peros ni peras, manos arriba y botas abajo! (dice
amenazador
sacando una enorme navaja)
GUARDIA - ¡Anda! Es el gato con botas, el más hábil
robabotas del reino.
GATO – Tú lo has dicho, pero menos rollos y a la faena.
Id quitándoos las
botas y dádmelas
rápidamente. (Caperucita y el guardia
se sientan para quitarse las botas)
LOBO – Y yo que no uso ¿qué?
GATO- Tú calla si no quieres que te haga la cara como
un mapa.
LOBO – Ah, vale, vale.
(Caperucita ya se ha quitado una bota y la tira
por el aire. Cuando cae a tierra el gato se gira hacia ella y se da cuenta de
que es Caperucita)
GATO – Pero, pero,... ¡si es Caperucita Roja!
CAPERUCITA – Entonces ¿ya no me quito las botas?
GATO - ¿Quién ha dicho eso? Continua, que estabas
haciéndolo muy bien.
No te había conocido con este
modelazo ¡Miau! ¡Qué guapa que estás!
CAPERUCITA – Pues sí, mira, estaba yo barre que
barrerás en la acera de
mi casa, cuando entonces
se escucha un tiroteo en el banco que hay al lado (Efecto de tiros) y
por la puerta sale huyendo un ladrón con un montón de bolsas llenas de dinero,
y, como que no iba mirando donde tenía que mirar, ¡PLOF! ¡PATAPLOF! ¡PLOF!
¡PLOF! Tropieza con la escoba y cae contra el suelo y, casualmente, una de las
bolsas va a parar debajo del recogedor. Total, que la policía atrapa al ladrón,
ponen la sirena a toda pastilla: ¡NI-NO! ¡NI-NO! ¡NI-NO! Se van y a mi no me
dan ni las gracias. Yo estaba muy enfadada y como que los del banco también se
habían ido y yo suponía que el director me ofrecería una recompensa, me fui a
comprarme este modelito de Cocó Chaveli con botas a juego que es una monada ¿a
qué sí? (se da vuelta como si fuese una modelo de pasarela)
GATO – Sí, la verdad es que te sienta muy bien, pero
pásame las botas.
(Caperucita se las da con
cara de asco)
(Mientras Caperucita contaba, el guardia, con unos
ojos como platos, no ha perdido ni un punto y ha ido apuntando todo lo que
contaba con cara de: “te la vas a cargar con todo el equipo, nena!)
GATO – (Recogiendo las botas) Gracias.. y tu,
Caperucita, ¿no te casarías
conmigo? (Arrodillándose
y cogiéndole la mano)
CAPERUCITA – Y tu gatito (Picarona) ¿Qué harás
por la noche?
GATO – (Asombrado la mira a ella y después al
público) ¿Lo he de decir aquí
delante de todos?
CERDO - ¡Rata-ta-ta-ta-taaaa! ¡Bang! ¡Bang! ¡Piñau!
¡Piñau! ¡Pumba! ¡Pumba!
¡Bang! ¡Fiuuuuuuuu....!
¡Boooooom! ¡Todo el mundo al suelo! ¡Al suelo he dicho! (Al público)
Vosotros también.
(Sube al escenario apuntando en todas las
direcciones, ve al lobo en el suelo y lo golpea con la punta de la metralleta)
¡Ahá! De esta no te salva
ni san Félix Rodríguez de la Fuente ni san Francisco de Asís.
LOBO - ¿A mí? Y ahora ¿qué he hecho?
CERDO - ¡Ah tú! ¿Y aún preguntas qué has hecho? Asesino
de delicadas y
rosadas criaturas
porcinas.
LOBO - ¿Yo? ¿Yo comer cerdo? ¡Ha! ¡Apañado vas! Ya me
gustaría, ya, pero
me lo prohíbe mi origen.
CAPERUCITA – (Incorporándose) Es verdad, el lobo
es árabe y no come
cerdo. Aquí hay una
confusión. (van levantándose todos)
CERDO – No hay ninguna confusión. Este es que soplando tiró las casas de
mis hermanos y se los
comió con ketchup y mostaza.
CAPERUCITA - ¿Éste? ¿Soplando? ¡Pero si es asmático de
nacimiento! ¡Si
apaga las velas de las
tartas de cumpleaños con un ventilador porque se ahoga si sopla!
GATO – Además, este lobo es de otro cuento, éste sólo se
alimenta de
abuelas.
GUARDIA – Y otra cosa muy importante: es mío, yo lo he
atrapado primero
y hasta que no pague la
multa por arrancar romero del parque no hay quien le toque un pelo.
CERDO - ¡Me importa un pimiento todo eso! Si no ha sido
él, seguro que es
familia suya. (Intenta
ir a buscarlo con la metralleta en la mano y Caperucita se interpone)
CAPERUCITA - ¡Habrás de pasar por encime de mi capucha!
GATO - ¡Y de mis bigotes!
GUARDIA - ¡Y de mi autoridad!
CERDO – (Desistiendo) Está bien, está bien, no voy
a liquidaros a todos (tira
la metralleta) Pero... pero... ¿de dónde
viene este olor? (Huele y huela y se acerca hacia el lobo y Caperucita que
todavía van anudados con el rastro de morcillas) ¡Sí, sí, es mi
hermano! (emocionado)
TODOS - ¿Quéeeee? ¿El lobo tu hermano?
CERDO - ¡Noooooo! ¡Buaahhhhh! Las morcillas que lleva en
las manos
¡Buahhhhh! ¡Buahhhhh!
CAPERUCITA - ¿Cómo puedes estar tan seguro?
CERDO – Huelen a su perfume, una combinación de extracto
de piel de
patata, barro y boñiga de
vaca que él mismo se fabricaba. (Vuelve a olisquear) Estoy segurísimo de
que es él. ¡Buahhhhh! ¡Buahhhhh!
(Todos se compadecen y lo abrazan y le dan su
pésame e intentan consolarlo. Antes le han dado el rastro y se lo han dado al
cerdo que lo abraza y llora)
LOBO – No somos nadie (suspira)
CAPERUCITA – Menos que nada: morcillas
GATO – Y pensar que he estado a punto de comérmelas.... (apenado)
GUARDIA – Le tendremos que hacer un entierro digno ¿no os
parece?
CERDO – Sí, vamos y lo enterraremos en su rincón de barro
preferido.
ESCENA 3
GATO – Desde luego... que bonito el discurso, me he
emocionado cuando has
contado que se disfrazó de
cerdo asado en una boda, con la manzana en la boca y todo y cuando iban a
trincharlo salió corriendo por encima de todas las mesas y acabaron todos por
el suelo con la comida por encima. Debía de ser un caso tu hermano.
CERDO – Lo era, no en vano le llamaban el rey de la
suciedad. Por cierto,
hablando de coronas, ¿de
quien ha sido la idea de hacer una corona con las morcillas?
GUARDIA – Bueno, bueno... lamento fastidiaros la fiesta
pero aquí se acaba
mi paciencia. Es hora de
presentarse a la justicia y responder de los siguientes cargos. (Saca el
bloc de notas y comienza a enumerar) Caperucita, se la acusa de maltratar
animales protegidos y apropiación indebida de dinero público.
CAPERUCITA – (Protestando) ¡Pero si eran del
banco!
GUARDIA - ¡Chisst! ¡A callar! Lobo, acusado de arrancar
romero y seguro
que investigando un poco
podré demostrar que meas en los árboles. El gato con botas, atraco a pata
armada y robo continuado de botas. El cerdito, tenencia ilícita de armas, mal
olor y suciedad.
Estos son los cargos que
hay, de momento..., contra vosotros ¿alguna
alegación? (se escucha
un murmuro, todos quieren alegar y protestar al mismo tiempo, pero el guardia
no les hace caso) Así me gusta, que no haya alegaciones. De todas formas no
hago ni caso.
CAPERUCITA – Ah, perfecto. ¿De manera que somos todos
unos
delincuentes, no? Pues
venga, llévenos a comisaría
GATO – (Extrañado) ¿Pero que dices loca?
CAPERUCITA – Tu calla, no tiene ni idea de cómo salir
del bosque
GUARDIA- He... eso es verdad, pero también es verdad que
tengo una gran
capacidad de negociación.
Yo, por ejemplo, señor gato, podría hacer la vista gorda delante de su afición
a las botas de los otros, a cambio de unas ligeras informaciones... digamos...
geográficas.
GATO- No, no.
GUARDIA – Incluso podría ofrecerle el ministerio de pesca y
ratones y
algún fondo reservado....
GATO – Ni por la colección de botas de fútbol del
Valencia C.F. le daría esa
información.
GUARDIA – ¿Y usted lobo? Eso del romero realmente tiene
poca
importancia y las meadas
todavía están por demostrar y, está claro,
siempre podría
recomendarlo para un lugar directivo en la brigada de perros policía.
LOBO – No se canse, señor guardia. La ciudad me mata.
GUARDIA – (A Caperucita) A ti no hace falta ni que
te lo diga ¿Y usted,
señor cerdo? Le podría
ceder en exclusiva el basurero municipal y olvidarme de la..... demostración
pirotécnica.
CERDO – No hay suficiente porquería en el término
municipal para
comprarme.
TODOS - ¡Bien dicho!
GUARDIA - ¡Vale! ¡De acuerdo! Me rindo. Bien, ya estamos
todos aquí.
¿Ahora qué hacemos?
CERDO – Podemos hacer dos cosas (A Caperucita)
Podríamos casarnos y
organizar una fiesta.
CAPERUCITA - ¡Jolines! ¡Qué manía tenéis todos hoy por
casaros conmigo!
ESCENA 4
(Cuando la escena se ilumina vemos que juegan al
truc y los sorprenden in fraganti. Juegan todos menos el guardia que mira.)
CAPERUCITA – (A los espectadores)
Ejem.....ejem.... Veréis. ¿Cómo lo
hacemos?
CERDO – Pues lo hacemos y ¡adelante!
CAPERUCITA – Sí, eso es muy bonito de decir, pero
¿hacerlo?
GATO – Sí, se lo hemos de decir y ¡se lo hemos de decir
ya!
CAPERUCITA – Veréis, niños y niñas, y padres y madres,
y abuelas y
abuelos, y hermanos y hermanas
y primos y familia toda en general: es que... tenemos un problema.
LOBO – Sí... es que no sabemos cómo acabar.
GUARDIA – Y está claro, ya se está haciendo la hora y
vosotros habréis de
merendar y no os podemos
tener aquí toda la vida.
GATO – Pero, está claro, no podemos acabar así de
cualquier manera,
diciendo: ¡hala, a casa!
Eso faltaría, ¡tan bonita como iba quedando la obra.... así la destrozamos!
LOBO – Escuchad, escuchad, tengo una idea. Nosotros
somos personajes de
cuento ¿no?
CERDO – Sí, todos menos este plomo que solo quiere que
encerrarnos.
LOBO – Entonces ¿por qué no acabamos como acaban los
cuentos?
GATO - ¿Cómo?
LOBO – Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
CERDO – No, no podemos.
LOBO - ¿Por qué?
GATO – Porque quedamos un poco mal y además no es un
final inesperado
LOBO – Entonces.... ¿cómo?
GUARDIA – Eh... ¿qué os parece esta? : “Y se casaron,
fueron felices y
comieron perdices”
CAPERUCITA – No, de bodas no puede ser el final, porque
al Gato y al
Cerdo ya les he dicho que no, contigo guardia no me
caso ni harta de vino. Y tu lobito...
¿no te casarías conmigo, verdad?
LOBO – Y ¿por qué no? Después de todo, llevamos tantos
años juntos que ya
no podría pasar sin ti.
Además ¿no dicen que el roce hace el cariño? Más trato que hemos tenido tú y
yo... A parte, que ya me estoy cansando de la rutina de ir cada día a
encontrarte y todos los días las mismas preguntas, que si dónde vas, que qué
llevas en la cestita, ¡cómo si no lo supiese! Y en verano aún aún, porque hace
buen tiempo, pero en invierno.... cualquier día me tienes que encontrar
congelado y mira que vamos haciéndonos viejos....
CAPERUCITA - ¿Hablas en serio, lobo?
LOBO – Más en serio que en la vida. Ahora mismo nos
casamos, el guardia
tiene competencias para
casarnos y el gato y el cerdo harán de padrinos. Estamos justos. La única cosa
es el vestido, para eso siempre he sido un clásico y me hubiese gustado que la
novia fuese de blanco, pero, qué le vamos a hacer, todo no puede ser....
CAPERUCITA - ¿Quién ha dicho que no? Está todo
previsto, lobo ¡He
esperado este momento
siglos! (Se quita la capa y le da la vuelta, por la parte de dentro es
blanca)
LOBO – Estamos listos para una ceremonia sencilla, señor
guardia
GUARDIA – No sufráis, primero mi regalo de boda (Rompe
el bloc de notas
en mil pedazos y tira el
bolígrafo) Ahora
cogeos de las manos. ¡Hala, ya estáis casados! Puedes besar a la novia
GATO – Y ahora sí que hemos llegado al final. Esperemos
que sean felices y
coman perdices.
FIN
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