Parroquia Asunción
de Nuestra Señora de Torrent
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Área de Matrimonio y Familia: Novios, Reuniones Bloque II
LOS
PROFETAS
Intentando la
presentación de la revelación profética respecto de la pareja humana, es
necesario anteponer algunas breves consideraciones sobre la religiosidad de los
pueblos limítrofes con Israel, religiosidad que entre sus características
presenta la sacralización de la sexualidad.
En todas las religiones antiguas
tienen una importancia particular los mitos y los ritos. Los mitos son una de las
formas más elevadas del pensamiento: en ellos el hombre proyecta toda su
experiencia de vida. Las experiencias humanas –incluidas la sexualidad y el
amor- se remontan a las historias primordiales que han tenido como
protagonistas dioses y diosas, cuyas vicisitudes hacen de modelo para todas las
experiencias humanas que, por esto, resultan sacralizadas.
La sexualidad humana encuentra así
el fundamento de su sacralidad en un universo divino poblado de dioses y diosas
que, en pareja, concretan los distintos aspectos de la relación hombre-mujer:
fecundidad, amor, institución matrimonial. La fecundidad se remonta a la pareja
dios-padre y diosa-madre; el amor-pasión a una diosa-amante y un dios-amante;
la institución matrimonial, finalmente, a un dios-esposo y a una
diosa-compañera.
A estos mitos están estrechamente
ligados ciertos ritos que permiten, mediante gestos de culto, la relación del
hombre con la divinidad.
De esta sumaria presentación
resulta que toda la construcción mitológica (con los ritos consiguientes) tiene
su fundamento en el politeísmo. Aquí está la principal diferencia con la
religión hebrea, rígidamente monoteísta. Desaparecen los mitos relativos a la
sexualidad, que resulta una realidad típicamente humana y no sacralizada; no
hay diosas madres, amantes y esposas; permanece, en cambio, el arquetipo de
Dios-Padre, pero despojado de toda referencia sexual y aplicado solo a las
relaciones con el pueblo de Israel, su hijo adoptivo.
Sin embargo, esta visión no
implica que la revelación bíblica confiera un carácter totalmente profano al
amor y a la sexualidad. En efecto, para Israel, todo lo relativo a la vida es
santo, porque tiene su origen en Dios. Por otra parte, esta nueva y
desconcertante fe monoteísta fruto de la revelación hecha a los patriarcas, no
es fácilmente comprensible para Israel, perennemente atraído por los mitos y
por los ritos de los pueblos limítrofes. Esto explica la severidad de algunos
libros del Antiguo Testamento.
Por consiguiente, la sexualidad, la
fecundidad, la relación hombre-mujer (mostrada siempre como monogámica)
encuentran su valor y su sentido en la voluntad de un Dios Creador que ha
creado al hombre y a la mujer con un plan preciso, pero dejando a su libertad
la realización. En esta tradición se inserta la revelación profética.
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