Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Capítulo IV: El Templo Parroquial. Aspectos Histórico - Artísticos.

III- LA REFORMA BARROCA

3.3. Capilla mayor

Esta capilla viene precedida por un arco triunfal abocinado como consecuencia del estrechamiento de los muros y de la bóveda del presbiterio respecto a la nave. El derrame del arco aparece profusamente decorado a base de motivos vegetales, guirnaldas y putti que sostienen un festón que parte en sus dos extremos de manos de dos ángeles situados en posición recogida sobre las impostas del arco. Bajo la clave aparece la figura de un ave apoyada sobre el festón, desde donde pendía una gran araña. A los lados dos lámparas más pequeñas eran sostenidas por sendos ángeles que alzaban el vuelo con las alas abiertas desde la misma cornisa hacia el centro de la nave. La bóveda de medio cañón que cubre la capilla aparece compartimentada a base de molduras doradas, en cuyas intersecciones se disponen unas claves. Los casetones están decorados con esgrafiados de grutescos. En el centro de la bóveda se dispone una clave pinjante, a cuyos lados se abrían dos óculos que permitían una iluminación cenital de la capilla. Los rayos del sol se proyectaban sobre los diversos ángulos del presbiterio según la hora del día, buscando de este modo unos efectos escénicos, característicos del gusto barroco.

En los paramentos laterales de la capilla mayor se encontraban sendas puertas para dar acceso a las sacristías, y sobre ellas una ventana con una celosía que comunicaba con el piso superior de ambas dependencias. Sobre el podio del altar, elevado cinco escalones sobre la superficie del coro, a cada lado aparecía un edículo con columnas exentas que contenían respectivamente las imágenes de san Luis Bertrán y de san Roque. Los paramentos finalizaban con un entablamento que resulta ser una prolongación del que rodea la nave del templo.

El coro se situaba delante del altar. El contrato para realizar su construcción se instrumentó en la sacristía de esta parroquia el 9 de junio de 1686 ante el notario Luis Andreu, mediante el cual se debía "...fer y fabricar la silleria del cor, púlpit, facistol, y demés coses, tot lo qual importa de gasto la cantitat de 250 lliures [...] a censals ab interes de a sou per lliura anual [...] Es prengué la de susdita cantitat a censal del convent y monges de san Cristòphol de la ciutat de València en 1686". Estaba cerrado por un cancel de piedra, disponiéndose su entrada por el centro, la cual permanecía cerrada con una reja de hierro forjado. Una fila de asientos componía la sillería, donde se sentaba el clero parroquial para la celebración de los oficios divinos. Como se indica en el contrato, disponía de facistol para colocar los libros de canto.

El contrato para la talla del coro incluía también la construcción de un púlpito. Se ubicaba entre la segunda y la tercera capilla del lado de la epístola. Realizado a base de estuco, se sustentaba por una columna, y sobre el tornavoz aparecía la imagen de un ángel portando una trompeta.

Lo más destacable de la capilla mayor era su retablo, de estilo barroco. En la visita pastoral del 27 de junio de 1604 se indica que una de las cosas que deslustraban la fábrica del templo era la capilla mayor, probablemente por la falta de un retablo digno y acorde con la grandeza del templo. Este comenzó a ejecutarse a partir de un acuerdo del consell general celebrado el 10 de agosto de 1684 donde se trataron asuntos relacionados con la finalización de las obras de la iglesia, por lo que "...és precís el haver de fer també retaule per a lo altar major, com lo tenen ja concertat, per a tot lo qual al present necesita de mil lliures [...]. Se donen poders a Pere Marsilla, major en dies, laurador, síndich de dit lloch; consellers Joseph Belert, boter, y Joan Asensi, menor, laurador, del loch de Torrent habitadors".

Este fue tallado en madera, pero sin dorar. Tal como se nos describe hacia mediados del siglo XVIII "el retablo maior es antiguo y sin dorar, pero de grande obra". En fecha posterior fue dorado a costa de los marqueses de la Romana, a cambio recibir un día semanal de agua de riego en su finca de El Ráfol, sita en el término municipal de Torrent. Hacia finales del siglo XIX se volvió a dorar de nuevo con un coste aproximado de dos mil duros. Los trabajos de dorado fueron realizados con gran minuciosidad y detallismo, que hicieron de este retablo una verdadera obra de orfebrería.

El retablo se estructura en tres pisos. El primero de ellos forma un amplio podio. A ambos lados del altar aparecen dos puertas con las imágenes talladas de medio bulto con la representación de san Pedro y san Pablo con sus respectivos atributos iconográficos. Sobre la mesa del altar se levanta el tabernáculo. Este aparece enmarcado por un arco enterizo sustentado por tres columnas salomónicas a cada lado. La hornacina aparecía cubierta por una pintura con la representación de Jesucristo en la última cena. Este lienzo era móvil y se deslizaba sobre unas guías para mostrar una hornacina dorada y ricamente decorada para alojar la custodia. En este caso el retablo se integra en el ambiente de la liturgia barroca, participando de teatralidad y efectos escénicos característicos del culto. El conjunto del tabernáculo aparece rematado por la palabra de Dios y el cordero en representación del misterio pascual.

La arquitectura del segundo piso se articula en base a seis columnas salomónicas que sostienen un entablamento. Su autor recurre a elementos característicos de la decoración barroca como las retopilastras, modillones que sustentan la cornisa, cartelas, angeles tenantes que aparentan sustentar con sus brazos el peso de las enormes columnas, etc. La diversa orientación de los planos, además de la morfología de los elementos descritos, otorga al retablo una sensación de movimiento. La hornacina principal mostraba una representación escultórica de Nuestra Señora de la Asunción, rodeada por dos ángeles. Normalmente el conjunto escultórico permanecía oculto por un lienzo que representaba la Asunción de María, obra del pintor Francisco Martínez Yago (1814-1895). Con motivo de las grandes solemnidades las esculturas de la hornacina salían a la luz corriendo lateralmente el lienzo por unas guias que tenía por detrás del retablo. Entre los pares de columnas que flanquean esta representación había dos esculturas de los santos Abdón y Senén, patronos de la localidad.

La arquitectura del tercer piso se levanta sobre un podio cuyos elementos arquitectónicos se alinean con los del segundo cuerpo. A los lados aparecen las imágenes exentas talladas a tamaño natural de san Luis Bertrán a la derecha, y de san Vicente Mártir a la izquierda. La hornacina contiene la representación escultórica del calvario con las imágenes de Cristo crucificado en el centro, flanqueado por las figuras de san Juan y María, de menor tamaño, y asentadas sobre pedestal. Las columnas salomónicas, y los frisos partidos vuelven a aparecer como elementos articuladores de la trama arquitectónica de la composición. Culmina el retablo una cartela con la representación de un ángel con los brazos extendidos que porta una filacteria donde se inscribe el mensaje de la resurrección. Una banda de talla con motivos vegetales envuelve todo el retablo, cerrando el espacio que separa la composición arquitectónica de los paramentos laterales.

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