Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

Inicio

Indice

 

 

Capítulo III: Una Comunidad Comprometida con la Sociedad (Siglos XIX-XX)

VI- EL CULTO Y LA RELIGIOSIDAD POPULAR

6.6. Las actitudes frente al anticlericalismo

Durante la etapa del barroco la vida de la Iglesia se había caracterizado por una convivencia más o menos pacífica con los poderes del Estado, teniendo en cuenta el carácter confesional de la monarquía. A partir de la época contemporánea estas relaciones atravesaron por momentos muy difíciles debido al proceso de laicización que experimentaban los poderes públicos desde el triunfo de las ideologías de la revolución francesa. La inestabilidad política que padeció España, sobre todo durante el siglo XIX y buena parte del XX, con una continua alternancia de regímenes de distintas ideologías, condujo en muchos casos a posturas intransigentes, que se convirtieron enfrentamientos abiertos en aquellos momentos en que ocuparon el gobierno partidos de talante liberal, que con determinadas actuaciones atacaban directamente los planteamientos de la Iglesia. Los primeros enfrentamientos notables se produjeron con la revolución liberal de 1868, legando a una situación extrema durante el período de la segunda república, y sobre todo durante la guerra civil y postguerra.

Considerando este ambiente, resulta frecuente que por esos años aparezcan en la prensa periódica, en algunos escritos de la parroquia de la Asunción, y en otros de carácter privado, noticias referentes a estos enfrentamientos, que fueron contestados abiertamente por parte de los habitantes de Torrent con manifestaciones masivas como un medio de defensa frente a las agresiones que sufrían sus creencias.

Las primeras noticias que nos hablan de movilizaciones populares se remontan al año 1868, cuando la junta revolucionaria de Valencia ordenó el derribo de la ermita de la Virgen del Rosario en el arrabal y del convento de Monte-Sión. El primero se llevó a efecto los días 29 y 30 de octubre del referido año, con lo que pasó a procederse a la demolición del convento el día 31. Según nos relata Isidro Miquel en su memoria, los trabajos tuvieron que suspenderse el día 2 de noviembre al concentrarse en el lugar gran número de torrentinos con el fin de impedir el derribo.

«...después de extraídas todas las imágenes comenzó a llevarse a efecto con una precipitación espantosa en 31 de octubre siguiente y continuó en 2 de noviembre hasta las 8 de la mañana en que ocurrió la conmoción popular, oponiéndose estos vecinos con aspecto alarmante y furioso a que continuase el derribo, lo que podía haber tenido funestas consecuencias...

«Esta conmoción o revolución popular produjo por de pronto los efectos que el pueblo esperaba, acordándose la suspensión del derribo por el gobernador de la provincia en el mismo día.

Hacia finales del siglo XIX se produjeron nuevos brotes de anticlericalismo, procedente de los ambientes republicanos. El 1 de diciembre de 1895 hubo en Torrent una concentración de 24.000 católicos protestando por el contenido irreverente de algunos artículos publicados en La antorcha. Según don Victoriano Andrés, al pretender un grupo interrumpir esta manifestación "se les dio algunos coscorrones por insultos, palabras obscenas, y querer quitar estandartes". Esta misma intolerancia fue demostrada por un grupo de católicos que impidió a Vicente Blasco Ibáñez dar un mitin "teniéndolo que hacer en una cuadra, porque no encontró local".

El 2 de octubre de 1910 se convocó en Torrent una manifestación para portestar contra la política antirreligiosa del gobierno.

El mismo manuscrito cuenta también la procesión realizada el 26 de marzo de 1910, con una asistencia de 3.000 personas, para protestar contra las alusiones irreverentes que el diputado republicano Azzatti había lanzado en el congreso.

En este ambiente de confrontación podían ocurrir sucesos tan pintorescos como este que narra don Victoriano:

"El 1 de enero de 1916 el nuevo alcalde quiso suprimir en el canto de los serenos el «Ave María Purísima». Efectivamente, los serenos no lo cantaron el día 1, pero el día 2, domingo, no se hablaba de otra cosa. Las familias católicas, viendo heridos sus sentimientos religiosos, prometieron no dar un céntimo a los serenos; las sociedades católicas quisieron protestar, pero no fue necesario.

El día 2, a las diez de la noche, estaban en la plaza muchos hombres y mujeres, dispuestos a silbar si se repetía el acto y para aplaudir si decían «Ave María Purísima». El cabo de los serenos cantó «Ave María Purísima», lo cual fue respondido con un aplauso general de toda la plaza".

Estas actitudes intolerantes llegaron a agravarse durante el tiempo de la segunda república. Hay que destacar el hecho de que mientras la nueva constitución de 1931 reconocía la libertad de culto, la actitud de los gobiernos fue de impedir las manifestaciones cultuales de carácter público. Estallada la guerra en el año 1936, durante los primeros meses de anarquía cuando prácticamente los comites locales tomaron el poder, fueron fusilados muchos sacerdotes hijos de Torrent, y también numerosos seglares fueron perseguidos, detenidos y ejecutados por su militancia religiosa y su vinculación con la Iglesia, aunque algunos de ellos lo fueron por motivos políticos o por venganzas personales. Pero finalizada la guerra llegó la represión que actuó contra aquellos que habían estado al frente de estos acontecimientos. Aunque no se produjeron manifestaciones abiertas a favor de estas actitudes, en el fondo numerosos creyentes las toleraron y las apoyaron, en especial aquellos que habían perdido algún familiar durante la guerra, señalando con el dedo a aquellos que consideraban rojos. Afortunadamente el paso de los años y la desagradable lección enseñada por la historia han conseguido cerrar estas heridas, llegando a haber una buena convivencia y tolerancia entre los creyentes y no creyentes.

Inicio

Indice