Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Capítulo II: La Configuración de una Cristiandad Barroca (Siglos XVII-XIX)

V- EL CULTO Y LA RELIGIOSIDAD POPULAR

5.3- El culto a las reliquias de los mártires: san Urbano.

Una característica de la piedad barroca es el culto a las reliquias de aquellos hombres que alcanzaron la gracia de la santidad por el martirio. Durante el siglo XVI se reabrieron muchas catacumbas que habían quedado en el olvido durante la edad media, y los cuerpos ahí enterrados se repartieron por todas las iglesias de la cristiandad. De acuerdo con la mentalidad de la época, el hecho de tener en un templo el cuerpo de un mártir era considerado como un gran honor. En este contexto el patriarca Juan de Ribera pidió un mártir a Roma para el colegio recién construido, otorgándole la gracia de disponer del cuerpo de san Mauro.

La parroquia de Torrent también alcanzó el privilegio de tener el cuerpo de un mártir, aunque fuera ya hacia mediados del siglo XIX. Por aquellas fechas residía en Roma fray Jaime Navarro, religioso mercedario, natural de Torrent, quien intercedió ante el papa para que concediera la gracia de depositar en la parroquia de Torrent el cuerpo de san Urbano, que le fue concedida.

Inmediatamente comenzaron los preparativos para recibir el santo cuerpo, celebrándose una reunión entre el ayuntamiento y clero el 26 de diciembre de 1845. Se dispuso su colocación en el altar de san Felipe Neri, quitando de su retablo el lienzo con su imagen para colgarlo en la pared derecha de la misma capilla. Para tratar sobre el modo en que debía procederse a su traslación, se nombró una comisión compuesta por los beneficiados Vicente Catalá y José Mora por parte del clero, y por Francisco Miguel y Pascual Rubio, respectivamente regidor y síndico del ayuntamiento. Como se acuerda en el acta de la reunión, estos se pondrían en contacto con el señor provisor y vicario general para tratar estos asuntos comunmente.

El cuerpo del santo llegó a la Valencia procedente de Roma el día 15 de febrero de 1846, siendo depositado en la catedral. Al día siguiente, a la una del mediodía, los comisionados acompañados por gran número de vecinos se hicieron cargo del cuerpo, trasladándolo hasta la parroquia de Torrent, tal como nos cuenta el periódico Diario Mercantil de Valencia:

"Cien hachas precedían a la Custodia, en la que sobre una urna que contenía las reliquias, se veía la imagen del santo joven de medio cuerpo y plateada con adornos dorados. Inmensa era la concurrencia que con religioso respeto veía el ferviente celo de los labradores en obsequio del santo glorioso, hoy parece se celebra en Torrente una solemne función en la iglesia y por la noche, fuegos artificiales".

Con el fin de propagar la devoción a este santo, el vicario de la parroquia don Jaime Navarro presentó el 13 de octubre de 1849 una instancia al arzobispo para obtener la licencia para imprimir un octavario que él mismo había escrito "... con un estilo sencillo pero claro". Tras efecturar algunas correcciones, el arzobispo concede la licencia el día 20 del mismo mes y año. Un año mas tarde, esto es, el 17 de octubre de 1850, se pidió licencia al arzobispado para poder celebrar el referido octavario, otorgándose su aprobación al día siguiente.

El libro del racional del año 1853 da testimonio de que la devoción al santo mártir había arraigado en esta comunidad. El día 6 de febrero se celebró una fiesta con sermón en honor a san Urbano mártir por intención de una devota. El mismo acto se repitió el 24 de abril, esta vez por intención de un devoto. Y el 16 de octibre se celebró la festividad del santo con actos litúrgicos solemnes: "... fiesta a san Urbano mártir con primeras y segundas vísperas, tercia, missa, y sermón que predicó D. Jayme Navarro, vicario, y procesión general, estando expuesto el Santísimo Sacramento en la missa y en las vísperas segundas por intención de los devotos que contribuyen, con música a modo de orgesta en el órgano".

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