Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Capítulo II: La Configuración de una Cristiandad Barroca (Siglos XVII-XIX)

V- EL CULTO Y LA RELIGIOSIDAD POPULAR

5.2- Devociones relacionadas con la vida de la comunidad

Los vecinos de Torrent en la edad moderna obtenían sus recursos del cultivo de la tierra. Por ello, cualquier circunstancia adversa para sus actividades suponía una merma en sus cosechas y, por tanto, un tiempo de dificultades para las déviles economías campesinas. Precisamente el medio mediterráneo no está exento de calamidades tales como sequías, plagas, pestes, etc, que periódicamente han hecho acto de presencia a lo largo de la historia. La presencia de estos fenómenos escapaba al control del hombre, por lo que en la mentalidad de la época estos dependían exclusivamente de la voluntad de Dios. De acuerdo con esta concepción, la aparición de estas calamidades no eran entendidas como un castigo, sinó más bien como una manifestación de la divinidad para hacerse presente en medio de los hombres para la gente se acordara de Dios cuando le habían olvidado. Pero, más que fijarse en el aspecto negativo de estos males, su solución significaba para la comunidad una manifestación más del poder y la gloria de Dios sobre todo lo creado.

Para poner remedio a estas calamidades, el hombre no solía invocar directamente a Dios, sino que pedía la intercesión de unos santos que gozaban del carácter humano, aunque por sus cualidades ya habían alcanzado la gloria, y por tanto podían interceder ante la divinidad abogando por las necesidades de los hombres. De este modo se invocaba a san Gregorio ante la presencia de plagas, o a san Luis Bertrán por la necesidad de agua, ya que cada santo tenía asignada una especialidad, que se había ganado con la realización de milagros sobre esa determinada faceta.

Las distintas devociones aparecen repartidas en el calendario en momentos clave del ciclo agrario. Este comienza con la preparación de la tierra, para lo cual es indispensable la buena salud de los animales que proporcionan la fuerza de tiro para los arados. Con esta finalidad se invocaba la protección de san Antonio Abad durante el mes de enero. Ya entrada la primavera, cuando los frutos se encuentran en floración, se temía la aparición de ciertas plagas que podían echar a perder todo el trabajo y las energías empleados hasta el momento en una época donde se desconocían los insecticidas. Por ello, durante el mes de mayo se invocaba a san Gregorio de Ostia y se bendecían los términos para obtener protección divina. Hacia la mitad del verano se presentaba otro momento crítico al estar las cosechas a punto de ser recolectadas. Aumentanban entonces los riesgos de granizadas, por lo que muchas comunidades invocaron a los santos Abdón y Senén como abogados de estas calamidades, aunque en Torrent esta devoción no cobrará especial relevancia hasta el siglo XIX, pues anteriormente aparece como una de tantas fiestas celebradas por clavarios. El agua era otro de los recursos fundamentales para la agricultura. En la climatología mediterránea, las lluvias aparecen repartidas entre primavera, y sobre todo en otoño. Los milagros que san Luis Bertrán realizó en esta localidad le valieron la confianza perpétua de sus vecinos, por lo que los jurados acordaron celebrar su fiesta a perpetuidad todos los años durante el mes de noviembre. Además de la estabilidad de los recursos económicos, otra de las amenazas que vive el hombre durante esta época es la salud colectiva, que podía verse afecatada por el azote de las pestes y epidemias. Por este motivo se invocaba la protección de san José en el mes de marzo, de san Roque en agosto, de san Miguel en septiembre, y de santo Tomás de Villanueva en diciembre. Durante el siglo XVIII cabe destacar la veneración a un santo castellano: san Isidro Labrador. La aparición extraña de este patronazgo entra en competencia con el de los santos Abdón y Senén, que gozaban de un culto mucho más arraigado en los pueblos mediterráneos.

5.2.1- Fiestas votadas por los jurados

Los jurados, como representantes de la comunidad, se encargaron de patrocinar una serie de fiestas para pedir la protección de determinados santos cuyas gracias beneficiaban en especial el interés de toda la colectividad vecinal. Parece ser que la celebración de estas fiestas se votaba en consell general de todos los vecinos, tal como conocemos documentalmente en el caso de san Luis, en agradecimiento de una gracia o favor recibido. A partir de ese momento los jurados quedaban obligados a rendirles culto todos los años el día de su festividad.

San Antonio Abad

Esta fiesta se celebraba ya a finales del siglo XVI, con una devoción bastante arraigada, pues en una loma a las afueras de la población el lugar había levantado una ermita bajo la invocación de Nuestra Señora de la Soledad, de san Roque, y de san Antonio Abad, donde se acudía todos los años a celebrar la fiesta. Por ello, en el acto de donación de esta ermita a los franciscanos para fundar en ella un convento, acordado en el consell general celebrado el 23 de abril de 1597 ante el notario Pere Asensi, se señala que en adelante puedan continuar celebrándose ahí las fiestas en honor a sus titulares:

"Ittem ab pacte y condició ques referira dita universitat de Torrent facultat y poder, que sens en pacte ne contradictió alguna de dits frares e convent de dita hermita de poder celebrar y fer celebrar dita universitat, qualsevol persona, y particular de dita universitat, fer celebrar les festes y dobles...".

Esta fiesta se conmemoraba el día 17 de enero en el convento de Monte-Sión con una dobla a cargo de los jurados. De esta forma aparece en el libro de Racional de 1616: " A 17 dobla de sant Anthoni Abbat en lo convent del Monte Sión per los jurats". Todos los libros del racional del siglo XVII aportan el mismo testimonio sobre la celebración de esta fiesta. Pero la documentación del siglo XVIII ofrece nuevos detalles:

"Para celebrar dichas fiestas vienen clero y govierno el mismo día por la mañana en procesión, y la comunidad la recibe a la puerta [...]. El clero en dichos días tiene coro y altar, y el sermón le predica religioso del convento. Concluido el oficio, baja la comunidad a despedir a solo el govierno, porque el clero se va como particulares. A la tarde vuelven cada uno de por sí, cantan las vísperas, y concluidas, baja la comunidad a despedir la procesión del modo ya referido".

Existía la costumbre de recoger limosnas para la celebración durante la víspera de la fiesta por la mañana, pero si esta coincidía en lunes, se recogían el sabado anterior por la mañana. Según relata el manual del guardián del convento de Monte-Sión, para recoger la limosna se convidaba un día antes al clero, gobierno, y síndico del convento. El día indicado se congregaban a las nueve de la mañana el ayuntamiento, de donde salían acompañados por los frailes del convento a recoger la limosna por las casas del lugar. Una vez concluida la colecta se reunían de nuevo en el ayuntamiento, donde el síndico municipal hacía entrega del dinero para la cera de los altares mayor y del santo, que pagaba el lugar. De todo lo recogido, la comunidad franciscana solo disponía de la limosna de aceite.

En el año 1778 el ayuntamiento acordó asignar al clero parroquial la cantidad de 5 libras por la celebración de la fiesta.

San José

La devoción al patriarca no suele ser muy frecuente en las comunidades rurales, y en la mayoría de las ocasiones se le invocaba como protector contra la peste. El culto aparece bastante arraigado en Torrent durante todo el siglo XVII, según reflejan las fuentes que tenemos a nuestro alcance. Todos los años los jurados celebraban una dobla votiva en su honor el día 19 de marzo. Parece ser que esta devoción a nivel popular se fue perdiendo a lo largo del siglo XVIII, ya que el manual del guardián del convento de Monte-Sión no recoge porcesión ni sermón alguno a cargo de los jurados, ni de clavarios.

San Gregorio de Ostia

Este santo fue un monje benedictino que alcanzó el rango de abad del monasterio de los santos Cosme y Damián en Italia. En el año 1034 fue ordenado obispo y nombrado cardenal de Ostia Tiberina por el papa Benedicto IX. A él llegaron continuas súplicas de gentes de Navarra para que enviase a alguien a conjurar una terrible plaga de langosta. Este pensó en Gregorio, quien fue enviado por mandato pontifical en el año 1039. Segun dicen sus biógrafos, "mediante su imprecación desapareció la langosta, y lo que es más, los grandes pecados que por ahí pululaban". Esta actuación le valió ser el santo taumaturgo de las plagas que cíclicamente azotaban las cosechas. Por ello se le guarda especial devoción en las comunidades rurales, donde los recursos para su subsistencia dependen del éxito de las cosechas.

Esta festividad se celebraba el día 17 de mayo en la parroquia de Torrent con una dobla a cargo de los jurados. Las primeras referencias de estas celebraciones las encontramos en el libro del racional de 1616 donde se apunta una "...dobla de sent Gregori per los jurats" con un importe de 1 L. 12 s.. Del mismo modo aparece esta celebración en todos los libros del siglo XVII. El lugar encargaba el sermón de la fiesta a un fraile franciscano, pagándole hacia mediados del siglo XVIII por este concepto una libra y diez sueldos.

El arraigo de esta devoción popular llevó a principios del siglo XVIII a que, por iniciativa de Joseph Ferrer, se levantara una ermita bajo su advocación, que fue sufragada de las limosnas recogidas por todo el pueblo. A su muerte, en su testamento efectuado ante el notario Jaime Andreu el 13 de diciembre de 1734 "...dispuso tubiese el patronato el lugar, pero impuso tales gravámenes que se duda llegue el caso de la aceptación". Por tanto en 1751 eran sus nietos quienes nombraban el ermitaño. Deducimos que en el año 1796 el ayuntamiento había asumido ya el derecho de patronato, pues en las actas del cabildo municipal se da constancia del nombramiento de ermitaño.

"Que attendiendo que en el día se halla vacante el empleo de hermitaño de la hermita del glorioso san Gregorio de Ostia existente a la salida del lugar, como eso de un quarto de hora, y havérseles representado a dichos señores por medio de suplicación, por Antonio Miquel, labrador de esta vecindad, tuviesen a bien los mencionados señores el conferirle el empleo de hermitaño. Por tanto conformemente acordaron dichos señores el concederle como le concedían al expresado Antonio Miquel el referido empleo de tal hermitaño de dicha hermita, con el goce y privilegios que hasta aquí ha gozado sus antecesores. Y hallándose a todo presente el mencionado Antonio Miquel acceptó el referido empleo, prometiendo cumplir quanto le incumbiese, a más de quedar agradecido".

Del mismo modo el 5 de marzo de 1852 el ayuntamiento nombró como ermitaño a Vicente Daviu, y el 8 de diciembre de 1854 el cabildo acordó otorgar "a Domingo Soler la gracia de hermitaño de san Gregorio en la forma y emolumentos que lo han hecho sus antecesores".

Esta se ubicó a un kilómetro de la población, saliendo en dirección hacia Montserrat, sobre una pequeña loma existente en las faldas del cerro del Vedat. Se trataba de una construcción muy sencilla. La fachada era totalmente lisa, con un remate triangular siguiendo la inclinación de las dos vertientes de la cubierta. Sobre la puerta de entrada había una espadaña con una campana, que a través de un documento del archivo parroquial sabemos que esta fue robada en diciembre de 1889. La planta, de salón, tenía la forma de un octogono irregular. En su interior, a un lado había un pequeño altar dedicado a san Agustín, y en frente otro a santa Bárbara. El altar mayor estaba presidido por una hornacina donde se hallaba el santo titular. A la derecha había una pequeña puerta que daba acceso a la sacristía, que comunicaba con un pequeño patio cerrado. A ambos lados habían sendas viviendas, una de ellas para residencia de los ermitaños.

A lo largo de los años se hicieron necesarios varios arreglos. El 19 de junio del año 1858 el cabildo del ayuntamiento recibió una exposición del ermitaño Domingo Soler "...haciendo presente el estado ruinoso del tejado de la sacristía, como también el aseo de la yglesia. Y la pared divisoria interior esta habierta y por quitar, en términos que es inevitable su ruina si no se repara dicha obra". Ante la falta de fondos, el ayuntamiento acordó instar al rector con el fin de estudiar los medios para atender a la reparación. Unos meses más tarde se llevarían a cabo las citadas obras, pues en la sesión del cabildo municipal del día 25 de febrero del siguiente año se da cuenta del pago de estas obras ejecutadas por Vicente Medina. Hacia los años treinta del siglo XX sólo se habitaba la casa de la derecha, al encontrarse la otra en ruinas. Y por esos años el ayuntamiento construyó un porche adosado al testero de la ermita, con la finalidad de poder ofrecer cobijo en caso de lluvia a los que se hallaban de paso. Frente a la ermita había una cruz de piedra tallada.

La ermita fue incendiada durante los primeros días de la guerra civil de 1936, y posteriormente derribada y desescombrada por parte del comité revolucionario local.

San Miguel

Durante todo el siglo XVII se constata a través de los distintos libros del racional de la parroquia de Torrent la celebración de doblas a san Miguel por parte de los jurados. En el libro de 1616, en el mes de septiembre, leemos que "a 29 [es celebrà] dobla de sant Miquel per los jurats".

Pero las fuentes consultadas referentes al siglo XVIII no aportan niguna referencia de la conmemoración de esta festividad.

San Luis Bertrán

La fiesta de san Luis Bertrán es la única que nos ha proporcionado unas noticias bastante detalladas. Iborra ha documentado la presencia física y los prodigios milagrosos del santo en Torrent. Un testimonio narra la petición formulada al santo por Lucas Blasco, labrador de Torrent, a causa de la larga sequía que atravesaban los campos de la población. Tras rezar unas oraciones y hacer la señal de la cruz, comenzó a descargar una gran tromba de agua que dejó la tierra harta. Por otro lado los jurados pidieron al santo la bendición de la Fuente del Olmo, cerca del Mas del Jutge, que desde entonces no dejó de brotar, aun en épocas de sequía.

En agradecimiento a estos favores se reunió en Torrent el 12 de septiembre de 1634 el consell general con el fin de solicitar la celebración de la solemnidad del entonces beato Luís Bertrán como día festivo. En este acto tomaron parte los seis miembros del consell ordinario (justicia, jurados, mostasaf, llochtinent, y síndico), además de 85 vecinos en representación de toda la población. Acordaron remitir el documento al arzobispo fray Isidoro Aliaga, que respondió de forma favorable por medio de su vicario general Cipriano Azcón. En ese mismo acto se tomó el compromiso de edificar una ermita en su honor, en el mismo lugar desde el cual el beato Luis había bendecido la fuente.

Se desconoce la fecha exacta en que fue levantada la ermita. Isidro Miquel indica que se construyó en el año 1630, circunstancia que llama la atención teniendo en cuenta que todavía no se había tomado todavía el referido acuerdo del consell general. Sin embargo esta se abrió al culto a partir de febrero de 1635, tan sólo unos meses después del acuerdo, al otorgarse la correspondiente licencia para decir misa, únicamente los dias en que se acudiese a ella procesionalmente en rogativas. Este documento nos indica que ya se hallaría prácticamente concluida cuando se tomó el acuerdo de votar la fiesta, pudiendo tomarse la fecha que plantea Isidro Miquel como la del comienzo de las obras. Aunque en la actualidad se halla integrada en el núcleo urbano, en sus orígenes se hallaba enclavada en medio del secano, a unos doscientos metros de la población, cuyos límites quedaban en la actual plaza del obispo Benlloch.

Se trata de un edificio muy capaz, de una sola nave y cuatro capillas a ambos lados de la misma. La nave está cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos, donde se abren las ventanas que permiten la iluminación desde el exterior. A un lado de la fachada se levanta la torre campanario de planta hexagonal, probablemente construida en los primeros años del sigo XX. El 29 de octubre de 1868 fue ordenado su derribo por la junta revolucionaria, al igual que se hizo con otros santuarios de la localidad. Pero esta acción no llegó a intentarse, en opinión de Isidro Miquel porque "la devoción a san Luis Bertrán ha estado siempre tan arraigada en los vecinos de esta villa que quizás eso habrá contribuido mucho a que no se diese el más mínimo paso para llevar a efecto el derribo de su ermita según estaba decretado". Durante los años posteriores tenemos constancia de la ralización de importantes obras de reforma.

En el año 1911 se veneraban las siguientes advocaciones en sus capillas. Por el lado de la epístola se encontraban san Vicente Ferrer, la Purísima, el Corazón de Jesús, san Bartolomé. Por el lado del evangelio se hallaban Nuestra Señora del Rosario, el Cristo de la Providencia, la Sagrada Familia, y la última capilla estaba ocupada por una puerta de escape. Antes de 1920 se hallaban además las de san Luis Gonzaga, san José, y Nuestra Señora de los Desamparados.

El ayuntamiento tenía el patronato sobre la ermita, y era el mismo quien designaba el ermitaño al quedar vacante esta plaza. El 21 de febrero de 1779 el ayuntamiento nombró como ermitaño a Miguel Planells, vecino de Torrent, mediante auto dictado ante el notario Francisco Catalá. Más tarde, en un acta del cabildo del ayuntamiento de 1788 se hace referencia a este ermitaño, pues entre sus obligaciones estaban la de satisfacer una misa todos los días festivos, tal como habían hecho sus antecesores en el cargo. Y este ermitaño había continuado cumpliendo esta obligación hasta hacía poco tiempo. Por ello el ayuntamiento acordó que "atendiendo igualmente a la mayor necesidad que en el día hay de continuarse dicha práctica por el crecido número de vecinos pobres que habitan en aquel varrio tan distante de la parroquia, y a que dicho Planells recoge limosnas por el lugar y al tiempo de las cosechas con el citado objeto". Hacia mediados del siglo XIX sabemos que, además del ermitaño, residía también en la ermita un capellán encargado de celebrar la misa los días festivos. En la sesión del cabildo del Ayuntamiento celebrada el 14 de enero de 1847 "se trató de nombrar una persona que se precie al frente de la hermita de san Luis Beltrán, hiciese las limosnas en ella, y cuidase del aseo y conservación de la referida ermita habitando en los bajos de la casita que linda con la asequia, reservando los altos para don Luis Lerma, presbítero. Y fue nombrado Miquel Buada, vecino de esta villa".

En cumplimiento del compromiso adoptado por el consell general, el día de la celebración de la fiesta los jurados patrocinaban los actos litúrgicos en su honor. El 29 de octubre de 1643 "...fonch celebrada dobla de sant Luís Beltràn en la hermita per los jurats y poble", y el 19 del mismo mes de 1657 también "fonch celebrada dobla de sant Luís Beltràn y tèrsia per los gurats". Durante el siglo XVIII el lugar celebraba una procesión general, pagando tres libras a la comunidad franciscana del convento de Monte-Sión por su asistencia a la misma.

Además de los actos celebrados en su honor el día de su festividad, la comunidad local acudía al santuario en aquellas épocas cuando la inminente necesidad de lluvias hacía peligrar las cosechas, y por tanto la estabilidad de muchas familias. Esporádicamente también se le invocó para proteger los cultivos de las plagas, pues el racional de 1657 cuenta en su libro que el día 10 de abril "anàrem en provessó a la hermita de sant Luís Beltràn per a malair lo cuquet". Llama la atención que se le invoque ante estas necesidades en una época cuando ya estaba muy arraigado el culto a san Gregorio, cuya especialidad era precisamente la protección contra las plagas, lo que demuestra la gran confianza que los labradores torrentinos depositaron en este santo dominico.

5.2.2- Fiestas de clavarios

A través de las actas del cabildo del ayuntamiento de finales del siglo XVIII y principios del XIX sabemos que había una serie de santos que la comunidad veneraba como patronos de Torrent. Tales eran san Vicente Ferrer, san Isidro Labrador, san Roque, santos Abdón y Senén, y santo Tomás de Villanueva. Los clavarios encargados de estas fiestas eran elegidos por el ayuntamiento, el rector, y la junta parroquial, para lo cual se reunían en la sacristía capitular. Para cada clavaría se proponían dos nombres que se echaban en suerte para elegir clavario. Se observan algunos casos en que el elegido presenta su renuncia, por que la clavaría recae en el otro individuo propuesto. En algunas ocasiones se elige directamente un nombre, indicando que esta circunstancia se produce por averlo pedido y suplicado.

Ayuntamiento y rector se reunían con esta finalidad en tres ocasiones al año. Durante el mes de mayo se elegían los clavarios de san Vicente Ferrer y san Isidro Labrador, en agosto los san Roque y los santos Abdón y Senén, y en diciembre los de santo Tomás de Villanueva, coincidiendo con los nombramientos de obrero mayor, secretario del obrero, sacristanes, y animero. Pero las personas elegidas para cada clavaría no comenzarían a desempeñar sus cometidos hasta el año próximo a partir de la conmemoración de la festividad.

San Vicente Ferrer

La fiesta de san Vicente se conmemora el lunes siguiente después del la semana de resurrección, habitualmente dentro del mes de abril. Durante el siglo XVII se celebraban doblas pagadas por particulares. De este modo en el libro del racional del año 1616 leemos que el 17 de abril se celebró "dobla de sant Vicent Ferrer per Esteve Ortí, administrador". En 1617 fue celebrada por Joan Llázer, también administrador, en 1619 por el notario Valero Fortuny, en 1643 por Miquel Nadal, y en 1657 por Joan Llázer.

Durante el siglo XVIII pasó a ser una fiesta de clavarios, y se celebraba tal como relata el padre guardián del convento de Monte-Sión en su manual:

"...se suele hazer la fiesta de san Vicente en la parroquia, y se convida a la comunidad para la procesión, dan la limosna acostumbrada, y quatro religiosos asignados por el prelado llevan sin roquetes las andas del santo en esta procesión solamente, pero no se sabe el motivo de este estilo".

La limosna entregada por los clavarios a la comunidad de franciscanos estaba cifrada, unos años por otros, en cuatro libras.

San Isidro Labrador

Este santo nació en Madrid hacia el año 1070. Fue jornalero agrícola, y contrajo matrimonio con María Toribia. Isidro fundó en la madrileña parroquia de san Andrés una cofradía dedicada a la adoración del Santísimo Sacramento. Este hecho influyó en que fuese beatificado en 1618 y canonizado en 1622 en pleno ambiente de la reforma tridentina. Su culto se extendió rápidamente por numerosos pueblos, y su profesión a la que estuvo dedicado toda su vida hizo que en adelante se le venerara como patrón de los agricultores.

Los primeros testimonios que nos hablan de la existencia de este culto en Torrent se remontan a mediados del siglo XVIII. Por aquellos años los clavarios de san Isidro solían dar a la comunidad de franciscanos cuatro libras de limosna por participar en la procesión.

Santos Abdón y Senén

La festividad de los santos Abdón y Senén se celebraba por particulares en el siglo XVII. De este modo en el racional de 1616 leemos que el 30 de Julio se celebró una dobla a los santos Abdón y Senén por Esteve Ortí. En 1617 fue encargada ese mismo día por Joan Romeu, en 1619 no nos indica quien la patrocinó, y en 1657 lo hizo Vicente Martínez. El racional de 1643 se esmera más en la redacción de su libro y nos indica, además de la dobla, la celebración de una procesión: "dobla y proffesó dels sants Abdón y Senén per Pere Andreu, de Joan de Conill, obrer dita festa".

En el siglo XVIII el día de los santos Abdón y Senén se instituyó como una fiesta más de clavarios, dando estos a la comunidad de religiosos del convento de Monte-Sión cuatro libras por su participación en la procesión. Para recoger limosnas para la fiesta había instalado un plato de demanda en el templo parroquial.

San Roque

La fiesta de san Roque venía celebrándose en Torrent hacia finales del siglo XVI a cargo de particulares o de los jurados, tal y como nos indica el documento de donación a la orden franciscana de la ermita de la que este santo era cotitular. Esta tradición se mantuvo del mismo modo a lo largo del siglo XVII. El día 16 de Agosto de 1616 se celebró "dobla y professó de sant Roch per Batiste Mota", y en 1617 hizo lo mismo Juan Medina. En 1619 y 1643 los jurados patrocinaron una dobla, y en 1657 "fonch celebrada dobla de sant Roch en lo convent per Vicent Navarro, de Vicent".

En el año 1724 se constata la presencia en el templo parroquial de un plato de demanda de san Roque. Y ya hacia mediados de este siglo tenemos noticias sobre la celebración de su fiesta, que en este momento ya era patrocinada por clavarios. Los actos adquirían una especial soleminidad si sucedía alguna calamidad.

"Está en práctica que si sucede alguna costelación de enfermedades viene al convento el síndico del lugar, suplica al padre guardián les de un predicador que predique de san Roque tal día (que ordinariamente dan poco tiempo). El asunto, el predicar del santo y decir algo de rogativas en el exordio; y al mismo tiempo convidar a la comunidad baje a la procesión festiva que hazen con la imagen del santo de parte de tarde. La comunidad o prelado siempre condescende en la súplica. Ni dan limosna ni del sermón ni por la procesión".

Santo Tomás de Villanueva

Este santo arzobispo de Valencia nació en Fuenllana, cerca de Villanueva de los Infantes (Castilla) hacia 1487. Ingresó en la orden de san Agustín, y se ordenó de sacerdote en el año 1520. Fue predicador de Carlos V, de quien tuvo que aceptar el nombramiento de arzobispo de Valencia en 1544. Desde su sede epicospal se dedicó a una amplia campaña reformadora de la disciplina eclesiástica, y se distinguió por su austeridad y profusión de obras caritativas. Tras su muerte, fue canonizado en el año 1658.

Las primeras noticias que nos hablan de la existencia en Torrent de culto a este santo datan de mediados del siglo XVIII. Por entonces se celebraba en diciembre la procesión, a la que asistían los franciscanos del convento de Monte-Sión, recibiendo para ello cuatro libras de manos del clavario.

Por aquella época parece ser que comenzaba a arraigar el culto a santo Tomás de Villanueva, pues según leemos en el libro de la verdad, el escultor Esteve Bonet concluyó el 18 de marzo de 1775 una talló "un santo Tomás de Villanueva y una pobresita para el lugar de Torrente; estatura de 6 palmos. Pagaron entre Juan Mora y Ysidro Langlé, labradores. Solo madera, 30 L.".

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