Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Capítulo II: La Configuración de una Cristiandad Barroca (Siglos XVII-XIX)

V- EL CULTO Y LA RELIGIOSIDAD POPULAR

5.1- Devociones relacionadas con la figura de Cristo

La comunidad parroquial conmemoraba de forma festiva los grandes acontecimientos de la vida de Jesucristo. Comenzaba el ciclo con la procesiones de viernes santo y de domingo de resurrección, pasando por las fiestas del Corpus Christi, la santa Cruz, y concluía con la advocación del Cristo de la Fe. En la organización de las fiestas de semana santa y Corpus Christi tenía una participación muy destacada la obrería, mientras que la cruz de mayo, y sobre todo el Cristo de la Fe, ofrecían un carácter más popular, resaltando de esta última su relación con la necesidad de agua.

5.1.1- Pascua de resurrección

Durante el siglo XVII se celebraba el día de pascua la procesión de la resurrección, tal y como figura en todos los libros del racional conservados de este periodo: "A 26 de mars, dia de pasqua, professó de la resurrectió". A partir de 1643 esta misma fuente nos indica que la procesión era patrocinada por la cofradía de la Soledad "professó de Pasqua per los comfrares de Nostra Senyora de la Soledat" o por sus clavarios "procecó de Pasqua per los clavaris de Nostra Senyora de la Soledat".

Como hemos indicado, durante el siglo XVIII se constata la desaparición de esta cofradía. A partir de entonces se hicieron cargo dos clavarios o boseros, que eran nombrados por el ayuntamiento unos días antes de la pascua para que se encargaran de celebrar el año próximo las procesiones del viernes santo y de la resurrección. En la misma sesión se nombraban también, para las procesiones de ese mismo año, dos encargados de llevar el Cristo el viernes santo, otros dos arregladores de la procesión, y cuatro personas para llevar las andas de Nuestra Señora de la Soledad el domingo de resurrección.

El día de pascua se celebraba la procesión de la resurrección. Para ello se ponía en las andas la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, que habitualmete ocupaba el altar mayor de la iglesia del convento. A las nueve de la mañana subía el clero de la parroquia a por la imagen, y bajaban al templo en procesión acompañados por ocho o diez religiosos de la comunidad. Una vez concluido el traslado se subían de nuevo los frailes al convento. Por la tarde bajaba toda la comunidad a la hora de la procesión, y subían de nuevo la imagen acompañada por el clero y los regidores. Concluido el acto, los franciscanos despedían al clero y regidores en la puerta del convento. La cera para la procesión la pagaba el lugar.

Como constaba en el libro de la cofradía de la Soledad, los clavarios daban limosna, costumbre que se perdió con el tiempo. Pero por una instancia presentada por la comunidad de franciscana al ayuntamiento se propuso que se restableciera la limosna, dándose por este concepto 2 L. 10 s. A partir de entonces convinieron los clavarios llevar el anda de Nuestra Señora de la Soledad y el guión que tenía la tercera orden, tanto en la procesión de la mañana, como en la de la tarde.

5.1.2- Corpus Christi

Con motivo de la festividad de Corpus Christi, durante el siglo XVII se celebraba un octavario de doblas, todas pagadas por particulares, a excepción de la que coincidía en domingo, cuyos aranceles costeaba el obrero mayor. Esta se celebraba con una especial solemnidad, como lo demuestra el que por dicha dobla se pagaran 4 libras, mientras que por las otras se satisfacía algo más de una libra.

Posiblemente a principios del siglo XVIII se encargara de patrocinar esta fiesta la cofradía del Santísimo Sacramento, cuya primera referencia documental nos aparece en el año 1724. El día de Corpus Christi se celebraba una misa con sermón a cargo del religioso franciscano que designaban los regidores. Por este concepto se pagaban 2 L. 8 s. de limosna. Era costumbre que el síndico del lugar invitara a la comunidad franciscana a la procesión general que se celebraba por la tarde, señalando el prelado cuatro religiosos para las llevar las andas. El lugar daba a la comunidad seis libras de limosna.

Posteriormente, y dentro de la octava, se celebraba la fiesta del Corpus en el ámbito del convento, para lo cual los frailes "convidan al ayuntamiento y le dan refresco con esponjados y chocolate, y al campanero a cenar". Para la celebración se pedía licencia al rector de Torrent para tocar las campanas para la procesión.

Para la celebración de la octava bajaban de ocho a diez frailes sin forma de comunidad, y sin ser acompañados por el clero.

5.1.3- La cruz de mayo

El manual del padre guardián nos relata como se celebraba esta fiesta hacia mediados del siglo XVIII en el convento de Monte-Sión, contando para ello con la asistencia del clero parroquial:

"El día 3 viene el clero y govierno en procesión a las ocho de la mañana a cantar los 4 evangelios a la entrada del compás. El sacristán prevendrá una mesa con un tapete, pero advierta que no la deve sacar a donde está el clero, sino es que el clero deve enviar uno o dos sacristanes de los de la parroquia, y estos que la saquen, y después que la buelvan, pero prevendrá el prelado que se componga".

5.1.4- El Cristo de la Fe

A esta imágen, venerada en una de las capillas del templo parroquial, se le atribuía una especial devoción en relación con la necesidad de agua. Algunas referencias documentales del siglo XVIII nos indican que cuando se producía una sequía, se sacaba la imagen en rogativa y se llevaba al convento de Monte-Sión y a la ermita de san Luis Bertrán:

"Domingo día 20 de noviembre de 1774, atendida la grave necesidad de agua, el clero, la comunidad de Monte Sión, el govierno, la hermandad de la tercera orden, y grande acompañamiento de hombres y mugeres, sacaron en procesión de rogativa al Santísimo Christo de la Fe, llevándolo al convento de Monte Sión donde se hizo una plática, y después a la hermita de san Luis Beltrán, y luego a la iglesia, en donde predicó el cura. Los eclesiásticos fueron con hábitos de coro y bonete, cantando lo acostumbrado en rogativa. Fueron muchos niños de penitencia"

Veinte años más tarde, la sequía y las guerras volvieron a amenazar la estabilidad de la comunidad local, y se recurrió a la invocación del Cristo de la Fe de la forma acostumbrada.

"Domingo día 23 de noviembre de 1794 bolvieron los mismos a sacar el Santísimo Christo de la Fe, lo subieron al convento donde esperaba la comunidad con el Rey de los judíos vestido de penitencia y Nuestra Señora de los Dolores de luto, y llevaron las tres imágenes a la hermita de san Luis, luego a la yglesia en donde predicó el padre guardián, y después los religiosos se volvieron con sus imágenes al convento. Esto fue por la guerra y la necesidad de agua".

Llama la atención que, estando tan arraigada en Torrent la devoción a san Luis, relacionado especialmente con la necesidad de agua, se invocara tan frecuentemente al Cristo de la Fe, y no a este santo dominico.

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