La visita, como obligación pastoral del ordinario diocesano, ya se ejercía en la edad media, aunque con una periodicidad muy amplia, ya que muchos obispos, ausentes de su sede, no la visitaron nunca durante su pontificado. Trento potenció la visita pastoral como un instrumento de control y conocimiento por parte del obispo de la realidad parroquial.

Para proceder a la aplicación de los decretos de la reforma, y de la legislación sinodal, el obispo precisaba de un conocimiento de las parroquias de su diócesis. Santo Tomás de Villanueva fue el primer arzobispo postridentino que visitó la parroquia de Torrent el 18 de octubre de 1546.

La amplia labor legislativa llevada a cabo por san Juan de Ribera requería de un conocimiento directo de los problemas de su diócesis, así como de un seguimiento inmedidato de la aplicación práctica de sus sínodos. Por ello visitó toda la diócesis en siete ocasiones, el mismo número de visitas que realizó a la parroquia de Torrent. Del 11 al 18 de diciembre de 1580 estuvo san Juan de Ribera, poniendo especial énfasis en la terminación de las obras de construcción del templo parroquial:

En 1590 continuó alentando a jurados, clero y pueblo, a la terminación de las obras del templo, haciendo especial referencia a la torre campanario.

Posteriormente otros arzobispos como fray Isidoro Aliaga, fray Pedro de Urbina, y fray Juan Tomás de Rocabertí prosiguieron la labor reformadora del patriarca Ribera, por lo que visitaron las parroquias de la diócesis en varias ocasiones con la finalidad de conocer cual era su estado antes y después de la promulgación de sus respectivas sinodales. Con posterioridad otros arzobispos continuaron visitando la parroquia de Torrent, bien directamente, o por medio de sus vicarios. Se han localizado visitas durante el obispado de fray Antonio Folch de Cardona, de don Andrés del Orbe Larretegui, de don Andrés Mayoral, y de don Francisco Fabián y Fuero.

Desgraciadamente no se ha conservado niguna de estas visitas, cuyas actas se inscribían en el llamado libro de visita pastoral, que se conservaba en el archivo parroquial. El conocimiento de esta fuente nos hubiera permitido conocer como se reflejaba en la realidad parroquial el mensaje de los sínodos diocesanos a través de las observaciones, sugerencias y correcciones que efectuaban los visitadores, al mismo tiempo lograr un conocimiento más detallado de toda la estructura de la parroquia. Pero hemos podido averiguar las fechas en que estas se llevaron a cabo a través de algunos documentos conservados en el archivo parroquial, y sobre todo gracias a los libros de confirmaciones, ya que este acto siempre era aprovechado para impartir dicho sacramento.