Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Charlas 2003-04: Tema II: La Humildad, Oración

 

ü      Monitor

Hemos celebrado, no hace mucho, la fiesta de la Navidad. Estamos en la primera parte del tiempo ordinario, entre el final de la Navidad y el inicio de la Cuaresma. Este es el tiempo de la Iglesia, no hay grandes fiestas, ni grandes acontecimientos litúrgicos. Se nos propone desde la humildad ir concretando en nuestra vida lo que hemos celebrado: “El Dios-con-nosotros”.

 

Vamos a centrarnos pues en la humildad. En el evangelio de Lucas hay una parábola en la que Jesús nos enseña qué es la humildad: la parábola del fariseo y del publicano (Lc 18, 9-14). Esta parábola se sitúa en el viaje de Jesús a Jerusalén. Como vimos en el primer tema, en le Evangelio de S. Lucas esta larga travesía además de física, es un itinerario espiritual, en el que Jesús se dedicada principalmente a enseñar a sus discípulos, intentando modelar la figura del verdadero creyente.

 

Nosotros somos esos discípulos que siguen a Jesús en su camino a Jerusalén: dejemos que su palabra vaya modelando en nosotros la misma figura de Jesús; aprendamos de Él, que es manso y humilde corazón.

 

ü      Lector

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS                               Lc 18,9-14

 

      A algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, les dirigió esta parábola:

      -Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano.

      El fariseo se plantó y se puso a orar en voz baja de esta manera: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que gano”.

      El publicano, en cambio, se quedó a distancia y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; no hacía más que darse golpes en el pecho, diciendo: “¡Dios mío!, ten misericordia de este pecador”.

      Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

 

Palabra del Señor

 

(El monitor invita a realizar los tres momentos: lectura, meditación y oración).

 

 

 

 

 

ü      Monitor

 

Presentemos nuestras oraciones a Dios, que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, y pidámosle:

 

DANOS, SEÑOR, UN CORAZÓN HUMILDE

 

1.      Señor, danos la capacidad de mirarnos a nosotros mismos, a nuestra comunidad parroquial y a cada uno de nuestros grupos, y aceptarnos y descubrirnos tal como somos, para que podamos transformar nuestra propia realidad.

 

DANOS, SEÑOR, UN CORAZÓN HUMILDE

 

2.      Señor, líbranos de tener un corazón orgulloso y pagado de sí mismo, para que no despreciemos a los demás y esperemos de ti la misericordia que nos puede justificar.

 

DANOS, SEÑOR, UN CORAZÓN HUMILDE

 

3.      Señor, ayúdanos con tu gracia para que podamos vivir la humildad desde una clara opción por los más pobres y necesitados.

 

DANOS, SEÑOR, UN CORAZÓN HUMILDE

 

4.      Señor, te pedimos por todas las acciones de nuestra comunidad que pasan más desapercibidas: Sta Marta, secretaría, el Sacristán, rezo de Laudes ... concédeles redescubrir cada día en ti la alegría de servir.

 

DANOS, SEÑOR, UN CORAZÓN HUMILDE

 

 

(Oraciones libres)

 

PADRENUESTRO

 

 

 

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