Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent
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Arziprestazgo: Reflexiones
acerca de la Tarea Pastoral
REFLEXIONES ACERCA DE LA TAREA
PASTORAL DE NUESTRO ARCIPRESTAZGO
A los miembros de los Consejos Pastorales, de las Comisiones Arciprestales y a los cristianos de Torrent.
1.
Haciendo memoria del pasado
Los años de preparación al Jubileo del
año 2000, que coincidieron con la celebración del 750 aniversario de la
presencia de la Iglesia en Torrent, fueron un tiempo de gracia para cada una de
nuestras parroquias y para todo el arciprestazgo. Se dieron pasos hacia una
renovación de las comunidades cristianas y se avanzó hacia una comunión cada
vez más real y efectiva entre las diferentes parroquias de Torrent.
Como frutos de este tiempo debemos
consignar:
-
La Comisión
arciprestal de ayuda a los inmigrantes.
-
La Catequesis
familiar.
-
La Comisión de
Pastoral penitenciaria.
-
La Escuela de
Formación de los Agentes de Pastoral.
-
La adquisición
del solar para el nuevo templo de San Juan Bosco.
-
El campamento
arciprestal.
-
La restitución
al culto de la imagen de la Mare de Déu del Pòpul.
2.
Hacia una comunión eclesial
Cada vez es mayor la coordinación entre las
parroquias – la existencia de las distintas comisiones arciprestales así lo
evidencia-, pero el camino a recorrer es todavía largo: es mucho lo que nos
queda por hacer. Con esta carta quisiéramos alentar a las distintas comunidades
parroquiales a que realizaran una reflexión sobre lo que debe ser el trabajo a
realizar en el futuro. El objetivo es el de conseguir una comunión eclesial.
Ésta es, en primer lugar, comunión de corazones. Lo que nos une como Iglesia es
la común experiencia, el encuentro permanente con Jesucristo muerto y
resucitado y presente en su Iglesia, que se traduce en sentimientos comunes y
en afirmaciones de fe comunes. En esa experiencia encuentran unidad y razón de
ser los distintos y legítimos puntos de vista, que son fruto de la gracia de
Dios y reflejan la riqueza del misterio de Cristo.
Esta comunión eclesial será posible si
sabemos conjugar dos realidades:
-La parroquial, ya que en cada parroquia
aparece de un modo claro la dimensión concreta y próxima de la Iglesia. Ella
constituye el entramado básico de la vida de cada Iglesia, donde los fieles
pueden encontrar cauces naturales de participación eclesial. Es comunidad de
comunidades, casa abierta para todos. Nos hace cercana la Iglesia. Cada una de
nuestras parroquias tiene su propia historia, sus características, sus
peculiaridades. No podemos ni queremos olvidar esa historia: creemos que nos
enriquece. Debemos seguir cuidando la vida parroquial, haciendo posible la
participación de todos, de modo que sea el lugar natural donde celebramos y
alimentamos nuestra fe.
-La arciprestal: las parroquias no pueden
cerrarse en sí mismas ni vivir de espaldas a las demás. No somos comunidades
cristianas que caminamos en paralelo ni debe existir una rivalidad entre
nosotros: somos parte de una misma Iglesia y seguimos todos juntos las huellas
de nuestro Señor Jesucristo. A todos se nos ha encomendado la misma misión:
anunciar el evangelio de Jesús y hacer presente en medio del mundo el amor de
Dios. Esta tarea sólo será creíble si hacemos real aquella unión que Cristo
pide al Padre para los suyos: “Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste
a mí, de tal manera que puedan ser uno, como lo somos nosotros. Yo en ellos y
tú en mí, para que lleguen a la unión perfecta, y el mundo pueda reconocer así
que tú me has enviado, y que los amas a ellos como me amas a mí” (Jn 17,22-23).
Es decir, si miramos con el corazón hacia el misterio trinitario, misterio de
unidad en la comunión de las personas, si sentimos a las demás parroquias como
algo que nos pertenece también, vemos lo que hay de positivo en ellas y sabemos
darles espacio.
Nuestro arciprestazgo, además, coincide con
los límites de nuestro pueblo de Torrent; esta circunstancia favorece el que
exista una relación más fluida entre los cristianos de las diferentes
parroquias, propicia un conocimiento mutuo y que de hecho exista un intercambio
de personas, de ideas y de realidades pastorales. Todo ello nos está exigiendo
que se den pasos decisivos hacia esta comunión.
Esta espiritualidad de comunión es hoy
todavía más necesaria al vivir en la Iglesia una disminución en el número de
los sacerdotes que atienden a las comunidades cristianas. Deberemos rezar para
que Dios siga enviando operarios a su mies. Pero también deberemos considerar
esto como una expresión de la voluntad de Dios que hace posible que se avance
en la Iglesia hacia una mayor participación de los laicos, según corresponde al
sacerdocio común de los fieles.
3.
La constitución del Consejo de coordinación pastoral
¿Qué pasos hemos de dar para conseguir esta
comunión entre todas las parroquias? Ésa es la reflexión que os pedimos.
Coordinar está bien, pero no lo es todo. ¿Qué podemos poner en común? ¿Hasta
dónde debe llegar la comunión entre las parroquias: actividades, proyectos,
oración, celebraciones...? ¿Podría llegar a hablarse de una comunión incluso
económica y personal? Creemos que el reto es apasionante, que lo que no podemos
hacer es conformarnos y seguir repitiendo lo mismo.
El objetivo inmediato sería la constitución
del Consejo para la coordinación pastoral del arciprestazgo, un órgano
representativo de todas las parroquias de Torrent que serviría como cauce de
comunión y de ejercicio de la corresponsabilidad en el arciprestazgo; un
consejo que sería amplio y en el que estuviesen representadas todas las
parroquias y comisiones arciprestales, del que saldría una comisión permanente,
más reducida, que se encargaría del trabajo más continuado. Las funciones de
esta comisión permanente son: analizar la realidad de nuestra ciudad y buscar
las respuestas pastorales adecuadas, facilitar el encuentro entre los
representantes de las diversas comunidades parroquiales y el conocimiento mutuo
de los diferentes planes de pastoral parroquial, animar y recoger las
iniciativas de colaboración entre las distintas parroquias, y todo aquello que
suponga un avance real hacia la comunión.
4.
Una pastoral esperanzada y de la esperanza
En esta tarea, como en cualquier actividad eclesial,
necesitamos una pastoral esperanzada. La esperanza es una planta débil y
delicada. A veces por saturación de tareas, otras veces por el ambiente difícil
en que se trabaja o por los frutos escasos que se recogen. Necesitamos cuidar
la esperanza y abrir los ojos a todas las realidades positivas y a los pequeños
crecimientos de la semilla del Reino de Dios, para que las dificultades no nos
agobien ni las nubes nos lleven a negar las estrellas. Una apertura de la mente
y el corazón a perspectivas más amplias nos orientará con serenidad hacia el
futuro.
Una pastoral esperanzada es también una
pastoral de la esperanza. La esperanza cristiana confía en la fidelidad de
Dios, que cumple sus promesas. Se sustenta en la presencia permanente de Cristo
y de su Espíritu en su Iglesia. No se cierra en los pequeños círculos de los
problemas o las dificultades, sino que les busca solución y sentido.
Nuestra
confianza se sustenta en la riqueza de dones que el Espíritu ha repartido a
nuestras Iglesias y en la certeza de que el Señor camina con nosotros (Cf. Mt
28,20) de generación en generación y también en los cambios de época como la
que vivimos. Jesucristo Resucitado es la fuerza inspiradora de nuestro camino.
A la Mare de Déu del Pòpul, titular de nuestro
arciprestazgo, confiamos también el trabajo y la reflexión que os pedimos, con
la certeza de que ella sabrá orientarnos y acompañarnos en esta tarea.
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